ENVIDIA
POR ENRIQUE PINTI
ACEPTAR QUE
NO ESTAMOS
CAPACITADOS
PARA CIERTAS
COSAS ES TAN
POSITIVO COMO
LUCHAR CONTRA
ESOS PUNTOS
DÉBILES
POR ENRIQUE PINTI
ACEPTAR QUE
NO ESTAMOS
CAPACITADOS
PARA CIERTAS
COSAS ES TAN
POSITIVO COMO
LUCHAR CONTRA
ESOS PUNTOS
DÉBILES
Sin querer convertir esta modesta columna en un manual de autoayuda. es bueno reflexionar acerca de ese pecado capital llamado envidia, que tantos males provoca y tan pocas cosas positivas, si no ninguna, aporta a nuestra de por sí azarosa existencia.
La envidia carcome sin prisa y sin pausa nuestras mejores energías y pone de manifiesto bajezas de las que nunca hemos tomado conciencia. Muchas veces el problema radica en que nos consideramos superiores a otras personas que conocemos o creemos conocer en profundidad y. habiendo compartido con ellas una parte de nuestro recorrido vital, nos decretamos expertos en tales o cuales virtudes y de Ectos que esa gente posee.
Y es entonces cuando súbitamente comprobarnos que grandes reconocimientos y éxrtos caen en catarata triunfal sobre esas personas que. según nuestra nunca modesta opinión. no son merecedoras de tales distinciones. Estas amargas experiencias no hacen más que hundirnos en un mar de angustias absolutamente evitable, y que se parece más a una autoflagelación que a un juicio medianamente objetivo. Lo mejor que se puede hacer para evitar que la envidia dañe nuestra psiauis de forma irreversible fc si tanto nos importa, lograr
insensata que ños quita el placer enorme de reconocer en los otros lo que nos falta o lo que también tenemos y podremos en un futuro lograr mediante la única forma que existe: el trabajo, la paciencia, la vocación y la lucha constante contra nuestras limita ciones, ya sean éstas profesionales o psicológicas. Nunca fas técnicas que usamos para lograr triunfos en cualquier aspecto de la vida deben partir del rencor, del resentimiento nefasto, de la revancha vengativa, con el propósito de destruir a los que. según nuestra nunca modesta opinión, no son merecedores de esas distinciones y laureles. Además, y no es un detalle menor, la autocrítica tiene que ser una constante y la conciencia de las propias limitaciones debe presidir todos nuestros actos. Aceptar que no estamos capacitados para ciertas cosas es tan positivo como luchar contra esos puntos débiles y, por supuesto, reforzar nuestras habilidades naturales, en las que podemos brillar con luz propia. Una cosa es lo que somos; otra, lo que creemos que somos; otra, lo que los demás dicen que somos y otra, la más preciada y la que hay que cuidar y regar todos los días como una plantita preferida, lo que queremos ser; y eso que queremos ser puede tener ejemplos en el afuera, ejemplos que son como faros luminosos para seguir ti buen camino y nunca murallas a derribar. Cuando vemos los éxitos de los otros, aunque nos parezcan, según nuestra nunca modesta opinión, sobredimensionados» deben ser analizados con la mayor objetividad posible; pregúntemenos: ¿nos haría realmente más felices lograr lo que ellos lograron?, ¿tenemos las condiciones para lograrlo?, ¿nos interesa de verdad o es sólo vanidad?, ¿nos hace daño y nos derrota tanto deseo insatisfecho?, ¿vale la pena perderse cosas pequeñas sólo en apariencia, tales como el amor de nuestros seres queridos, incluida la mascota que festeja tu llegada a casa cada noche con el homenaje «moroso del movimiento de cola a toda orquesta y esos ojitos
Es grande la sal
insensata que ños quita el placer enorme de reconocer en los otros lo que nos falta o lo que también tenemos y podremos en un futuro lograr mediante la única forma que existe: el trabajo, la paciencia, la vocación y la lucha constante contra nuestras limita ciones, ya sean éstas profesionales o psicológicas. Nunca fas técnicas que usamos para lograr triunfos en cualquier aspecto de la vida deben partir del rencor, del resentimiento nefasto, de la revancha vengativa, con el propósito de destruir a los que. según nuestra nunca modesta opinión, no son merecedores de esas distinciones y laureles. Además, y no es un detalle menor, la autocrítica tiene que ser una constante y la conciencia de las propias limitaciones debe presidir todos nuestros actos. Aceptar que no estamos capacitados para ciertas cosas es tan positivo como luchar contra esos puntos débiles y, por supuesto, reforzar nuestras habilidades naturales, en las que podemos brillar con luz propia. Una cosa es lo que somos; otra, lo que creemos que somos; otra, lo que los demás dicen que somos y otra, la más preciada y la que hay que cuidar y regar todos los días como una plantita preferida, lo que queremos ser; y eso que queremos ser puede tener ejemplos en el afuera, ejemplos que son como faros luminosos para seguir ti buen camino y nunca murallas a derribar. Cuando vemos los éxitos de los otros, aunque nos parezcan, según nuestra nunca modesta opinión, sobredimensionados» deben ser analizados con la mayor objetividad posible; pregúntemenos: ¿nos haría realmente más felices lograr lo que ellos lograron?, ¿tenemos las condiciones para lograrlo?, ¿nos interesa de verdad o es sólo vanidad?, ¿nos hace daño y nos derrota tanto deseo insatisfecho?, ¿vale la pena perderse cosas pequeñas sólo en apariencia, tales como el amor de nuestros seres queridos, incluida la mascota que festeja tu llegada a casa cada noche con el homenaje «moroso del movimiento de cola a toda orquesta y esos ojitos
Es grande la sal
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