Enrique Valiente Noailles
Prisma
Rincones oscuros
"Ya no hay nada más que investigar y hoy se puede decir que es como si la causa estuviera cerrada. Mi tarea terminó", ",
"Ya no hay nada más que investigar y hoy se puede decir que es como si la causa estuviera cerrada. Mi tarea terminó", dijo en una entrevista con LA NACION el juez ad hoc Diego Estévez, a cargo de la causa por la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero, Córdoba. No es por vagancia que se está por cerrar la causa, aunque éste sea el juez que se nutre, como fuente de autoridad, en el rincón del vago. El fiscal federal Carlos Stornelli calificó de "vergonzosa" su sentencia. Puede que el juez haya visitado también ese sitio creado y alimentado permanentemente por los grandes crímenes de la Argentina, que es el rincón de la impunidad. Es sólo un problema de escala: sólo ciertos crímenes van a parar a ese rincón, donde por definición nadie busca. Uno tiene toda la sensación de vivir en una sociedad de corte mafioso, en el que por encima de cierto calibre de crímenes, las cosas ya no se esclarecen. Pero, ¿qué puede sorprendernos, si la policía misma se queda con dinero de un rescate? ¿O si cuando volaron la AMIA los policías encargados de custodiar la institución no estaban en sus puestos? No sería tan grave que el juez abrevara en el rincón del vago: la fórmula del trotyl está al alcance de cualquier internauta. Lo serio es que lo que se encuentre sea una fórmula mucho más explosiva a largo plazo que la del trotyl, que es la ausencia de justicia. Los peritos oficiales dictaminaron que Río Tercero fue volado. Contra toda esperanza, la causa pasará al rincón de los accidentes y, en algunos meses más, rotará al rincón de los casos prescriptos. Estévez denunció a una de las testigos importantes y sobreseyó a un presunto testigo falso. ¿Por qué acusó de falso testimonio a la mujer que oyó ruidos extraños en la fábrica una noche?, preguntó LA NACION al juez. "Lo declaró seis o siete años después. Dijo que todo estaba oscuro, pero averigüé que esa noche había luna", respondió el suscripto a los rincones. Acaso sólo bajo la luz de la luna busca el juez, no en la oscuridad. Esto evoca aquella historia del borracho que buscaba su llave perdida bajo un foco de luz, no porque allí la hubiera perdido, sino porque era el único lugar donde podía encontrarla. Este caso suena inverso: se busca donde se sabe que nada se encontrará. Y las llaves que abren un futuro más justo para la Argentina siguen diseminadas por los rincones. Por Enrique Valiente Noailles Para LA NACION evnoailles@yahoo.com.ar
26/12/06
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