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30/9/11

SEA EL NUMERO QUE SEA LO CIERTO ES QUE EL ALBERTO HA CREADO UNA MAQUINA DE MENTIR Y HA LOGRADO UNA CONVOCATORIA FANTASTICA -LA CUESTION SERA CUANDO LOS ASISTENTES LE VEAN LA PATA A LA ZOTA



Miente, miente que algo queda


Gabriel BoraginaJoseph Goeb­bels fue qui­zás uno de los más sinies­tros per­so­na­jes nazis, a excep­ción del pro­pio Adolf Hitler. Se trata del Minis­tro de la Pro­pa­ganda del Par­tido Nacio­nal­so­cia­lista Obrero Ale­mán; en ale­mán Natio­nal­so­zia­lis­tis­che Deuts­che Arbei­ter­par­tei, NSDAP, más cono­cido como el Par­tido Nazi, el ante­ce­dente más corriente de lo que hoy podría­mos lla­mar los “voce­ros ofi­cia­les” o “secre­ta­rios de prensa” de cual­quier gobierno. Como el nom­bre del minis­te­rio a su cargo lo indi­caba con meri­diana cla­ri­dad, la misión de esa car­tera al comando de Goeb­bels era pre­ci­sa­mente, el desa­rro­llo de la prensa y difu­sión de las “bon­da­des” del régi­men nazi.
Goeb­bels fue una pieza clave en el éxito y pro­greso del Par­tido Nazi en Ale­ma­nia. Las bio­gra­fías lo des­cri­ben como posee­dor de una per­so­na­li­dad atra­yente, un ora­dor exi­mio, per­sua­sivo, locuaz, con­vin­cente; su pro­fe­sión, antes de con­ver­tirse en minis­tro estre­lla del nazismo, fue –no casual­mente– la de perio­dista. Pero, pro­ba­ble­mente Goeb­bels, sea mucho más famoso aun, no por él mismo, sino por haber acu­ñado una frase que repe­tía, en aquel enton­ces, con orgu­llo y a menudo. Esa locu­ción que Goeb­bels le decía a todo aquel que lo escu­chara era la siguiente: “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una ver­dad”. Goeb­bels cons­truyó el nazismo alre­de­dor de esta consigna.
¿Cuál era la fun­ción con­creta den­tro del par­tido nazi de este funesto sujeto?. Pues una de las más impor­tan­tes –o qui­zás la más impor­tante de todas cuan­tas cual­quier dic­ta­dor que se pre­cie de tal podría tener en con­si­de­ra­ción y en alta estima-; y esto es; tra­tar de con­ven­cer a las masas de que su poder es irre­sis­ti­ble, ili­mi­tado, per­pe­tuo e invul­ne­ra­ble. Y Goeb­bels cum­plió esta misión efi­caz­mente desde su incor­po­ra­ción al par­tido nazi en 1925 hasta su trá­gico final en 1945.
En efecto, durante este dila­tado periodo, Goeb­bels logró con­ven­cer a millo­nes de ale­ma­nes, mediante su téc­nica de “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una ver­dad” de muchí­si­mas cosas que sin ella, jamás hubiera con­se­guido. Sus con­se­cu­cio­nes más impor­tan­tes fue­ron; gene­rar en los ale­ma­nes la con­vic­ción de que el poder nazi era, no sólo nece­sa­rio, sino ade­más, pro­ve­choso, posi­tivo para la nación, pero lo más impor­tante: que era enorme, irre­sis­ti­ble, activa y masi­va­mente com­par­tido por todos los ale­ma­nes. Alcan­zado este efecto, y ya en el fra­gor de la segunda gue­rra mun­dial, Goeb­bels obtuvo, mediante una per­sis­tente y vigo­rosa pro­pa­ganda, un nuevo éxito al per­sua­dir al pue­blo de que la gue­rra se estaba “ganando”, cuando lo que ocu­rría era pre­ci­sa­mente todo lo contrario.
Se trató, sin duda, de un ver­da­dero experto en la psi­co­lo­gía de las masas, qui­zás el espe­cia­lista activo más carac­te­ri­zado de todos, demos­trando que –al menos– en el plano psí­quico, con­vir­tió en reali­dad su carí­simo eslo­gan: “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una verdad”.
Hoy no tene­mos a Goeb­bels, feliz­mente, pero en su lugar, tuvi­mos y tene­mos a cien­tos o miles de suce­so­res suyos (lo sepan o no, lo mismo da) que desde la sober­bia de sus des­pa­chos ofi­cia­les uti­li­zan pre­po­ten­te­mente, la misma téc­nica que, como una sagrada con­signa, les dejó el “maes­tro” en ense­ñanza: “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una ver­dad”, y que estos “moder­nos” suce­so­res suyos, ya con el cargo de “voce­ros ofi­cia­les” u “ofi­cio­sos”, “secre­ta­rios de prensa”, de “difu­sión”, “por­ta­vo­ces”, “comu­ni­ca­do­res”, o con el titulo de moda que reciba el cargo buro­crá­tico en cues­tión, pro­cu­ran “cate­qui­zar” a la gente de men­ti­ras tales como que la pobreza “dis­mi­nuyó”, que “no hay” infla­ción, que la delin­cuen­cia “no existe” excepto en la “mente” de sus víc­ti­mas, que la corrup­ción desem­bo­zada es un pro­ducto del “ima­gi­na­rio des­es­ta­bi­li­za­dor”, que los miem­bros del poder eje­cu­tivo son todos pro­ve­nien­tes de una legión de “ánge­les ple­tó­ri­cos de bon­dad y gra­cia des­cen­di­dos del cielo” y de muchas otras patra­ñas mas. Y así, como millo­nes de ale­ma­nes (y no ale­ma­nes) cre­ye­ron, sin dudar ni un ins­tante, en todas las men­ti­ras que los nazis (de la mano de Goeb­bels) pro­pa­la­ban ince­sante y cons­tan­te­mente, exac­ta­mente del mismo modo, hoy millo­nes de con­tem­po­rá­neos creen cie­ga­mente en los fabu­lo­sos embus­tes que el gobierno dia­ria­mente les vende.
Si bien, hoy por hoy, no hay un minis­te­rio ofi­cial espe­ci­fico encar­gado de la pro­pa­ganda como si tenían los nazis, la situa­ción en este sen­tido, actual­mente, parece mucho peor que en la época nazi, por­que aque­lla fun­ción de hacer que “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierta en una ver­dad” no la cum­ple ya “un” minis­te­rio, sino TODOS ELLOS en con­junto, por más que for­mal­mente en sus nom­bres, sus áreas no ten­gan ese objeto. Lo cual pone a nues­tro gobierno en una posi­ción –al menos moral y ética– mucho peor que la de los nazis. Estos –sin pro­po­nér­selo– tuvie­ron el “recato”, por así lla­marlo, de des­ti­nar solo una ofi­cina para men­tir al pue­blo. Nues­tro gobierno, en cam­bio, no solo dedica TODAS sus ofi­ci­nas al mismo fin, sino que, ade­más, ha puesto a tra­ba­jar en ello a todos sus minis­tros, secre­ta­rios de estado, sub­se­cre­ta­rios, ase­so­res, de todos los nive­les, de planta y con­tra­ta­dos, a la tarea de men­tir­nos des­ca­ra­da­mente, sin nin­guna clase de pudor ni ver­güenza, ni ajena ni pro­pia, direc­ta­mente, sin ver­güenza de una pan­di­lla de sinvergüenzas.
Nues­tro gobierno, uti­liza una téc­nica eco­nó­mica mucho más sutil y efec­tiva que la de los nazis para obte­ner los mis­mos fines que estos; sub­ven­ciona con gran­des sumas en publi­ci­dad ofi­cial a todos –sin excep­ción– los medios de prensa y difu­sión, cana­les, radios, publi­ca­cio­nes, que eufe­mís­ti­ca­mente y como parte del plan de “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una ver­dad” insis­ten en seguirse lla­mando a sí mis­mos “pri­va­dos”, o peor aun, igno­mi­nio­sa­mente “inde­pen­dien­tes”, a la vez que a con­cien­cia (y bien pagos, por cierto), pro­pa­lan las fal­se­da­des ofi­cia­les el sufi­ciente número de veces, hasta con­ver­tir­las “en una ver­dad” en y para la mente de miles y hasta millo­nes de inge­nuos (para peor, adultos).
Cana­les de TV, emi­so­ras de radio, dia­rios y revis­tas, sitios de Inter­net son –hoy por hoy– nues­tros moder­nos Goeb­bels, la encar­na­ción misma del jerarca nazi que hizo posi­ble el triunfo y ascenso de Hitler al poder y que mediante una demen­cial e irra­cio­nal pro­pa­ganda, con­si­guió el apoyo de millo­nes de ale­ma­nes para uno de los mayo­res crí­me­nes de los que regis­tra la his­to­ria, el holo­causto y la segunda gue­rra mun­dial. La téc­nica para uno y otro fin, y repá­rese en este punto que es el objeto de estas líneas, ha sido en todos los casos la misma, a saber, la céle­bre máxima de Goeb­bels: “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una verdad”.
El efecto psi­co­ló­gico impli­cado en este pro­ceso ya lo hemos expli­cado varias veces cuando ana­li­za­mos la temá­tica de las encues­tas y de la encues­ta­lo­gía, por­que se tra­tan de resul­ta­dos análo­gos; no cabe duda que Hitler tuvo el apoyo mayo­ri­ta­rio de su pue­blo, pero ¿cuál fue la causa real de tal apoyo? Fun­da­men­tal­mente, que Goeb­bels con­si­guió con­ven­cer a millo­nes de ale­ma­nes de exac­ta­mente eso: de que Hitler ya tenía –ex ante– ese sos­tén de “millo­nes” de “otros”, con inde­pen­den­cia de sí real­mente con­taba o no con el mismo. Para la con­signa por la cual “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una ver­dad” era total­mente irre­le­vante saber si Hitler poseía efec­ti­va­mente ese soporte de volun­ta­des o care­cía por com­pleto del mismo. Lo tras­cen­dente, desde el punto de vista de la téc­nica de psi­co­lo­gía de masas invo­lu­crada en dicha fór­mula, era que, mediante la pro­pa­ganda ade­cuada, iba a obte­ner ese favor masivo y –aun más– todo el que nece­si­tara, jus­ta­mente, por­que quien tra­bajó para ello –Goeb­bels– sabía muy bien, y ponía per­ma­nen­te­mente en prác­tica, que “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en una verdad”.
Esta téc­nica, refi­nada en el tiempo, brindó sus fru­tos, no solo a los nazis, sino a muchí­si­mos gobier­nos pos­te­rio­res que, incluso, hasta se cali­fi­ca­ron y actual­mente se con­si­de­ran anti-nazis, pero que como aca­ba­mos de ver, en rigor, uti­li­zan sus mis­mas “habi­li­da­des”. Entre esos gobier­nos ocupa un lugar des­ta­cado el nuestro.
Res­pecto de esto último, repugna real­mente, que este gobierno se con­si­dere “anti­fas­cista” cuando, como hemos visto, no tiene empa­cho alguno de uti­li­zar –exac­ta­mente– los mis­mos méto­dos de pro­pa­ganda emplea­dos por los nazis con­tra los que busca dife­ren­ciarse, sin lograrlo.
Gabriel Bora­gina es autor de los siguien­tes libros : La Cre­du­li­dad, La Demo­cra­cia, Socia­lismo y Capitalismo.
Autor: Gabriel Boragina
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6 Comentarios en “Miente, miente que algo queda”  

  1. Matilde del Carmen Masats
    Sr Bora­gina: Para todo lo que ud men­ciona en el artículo la tene­mos a Cristina,una mujer empa­la­gosa llena de sober­bía y ade­más bruta como ella sola. No cuenta con bue­nas cos­tum­bres ni goza de una sim­pa­tía gene­ral. “El cas­tigo del embus­tero es no ser creído, aun cuando diga la ver­dad.
    ( Aristoteles ).
  2. Blanca Briceno
    Esti­mado sr. Bora­gina,
    gra­cias por este para­lelo que per­vade casi todo el pla­neta en sus repre­sen­ta­cio­nes inter­na­cio­na­les, nacio­na­les pùbli­cas e ins­ti­tu­cio­na­les: LA MEN­TIRA.
    Sin embargo, pro­ba­ble­mente lo que de ela quede sea no solo tran­si­to­rio y efì­mero sino fugaz.
    LA mayor con­tra­po­si­ciòn para mi a este des-concepto son las pala­bras­del Cristo: “la ver­dad os harà libres”. Es allì donde las masas sucum­ben: a la nece­si­dad de escla­vi­tud en con­tra­po­si­ciòn a la res­pon­sa­bi­li­dad per­so­nal, colec­tiva, còs­mica de la liber­tad.
    Es bueno, desde mi punto de vista, que, cada vez que denun­cue­mos los crì­me­nes de la dere­cha hitle­riana (55millons de per­so­nas muer­tas) no deje­mos pasar nunca los del com­nismo (mao 85 millo­nes, sta­lin x+ pol tot y + etc. que ficial­mente hoy suman alre­de­dor de 170 millo­nes de muer­tos.
    Qui­zàs de frente a estas cifras que obvia­mente no pue­den sino aumen­tar, las per­so­nas empie­cen a con­si­de­rar que la prò­xima vìc­tima pued ser el mismo y enton­ces por amor a la pro­pia vida (ya que no todos gozan del amor por la liber­tad) ini­cie un pro­ceso de intere­sa­miento, cre­ci­miento polì­tico y de ciu­da­da­nìa activa de, por y para el futuro y que apunte para sì mismo y sus des­cen­dien­tes hacia la vida, la demo­cra­cia yla liber­tad.
    Gra­cas
    Blanca Briceno
  3. Julio
    Esti­ma­dos y Esti­ma­das Lectoras,
    Es sor­pren­dente para mi que, sabiendo como sabe­mos, que el cri­men no tiene dueño, ni tiem­pos, ni ideo­lo­gías, toda­vía exis­tan per­so­nas, que en su afán de pre­go­nar sus con­fu­sos pen­sa­mien­tos acerca de la igual­dad, divi­dan las con­duc­tas polí­ti­cas en malos o bue­nos, en dere­chas o en izquier­das, un claro ejem­plo es, como lo demues­tra la his­to­ria, la pro­testa que en los años treinta rea­li­za­ban los socia­lis­tas con­tra las atro­ci­da­des de los nazis, pero y deje­mos de una buena ves de con­fun­dir, la reali­dad es que no se tra­taba de una cues­tión de prin­ci­pios, sino la pro­testa de un bando rival con­tra otro, dis­pu­tán­dose el mismo terri­to­rio. Los nazis nunca fue­ron de dere­cha, sim­ple­mente por un prin­ci­pio de iden­ti­dad — esto es — nunca res­pe­ta­ron las liber­ta­des indi­vi­dua­les y siem­pre masi­fi­ca­ron a su pue­blo hasta su catas­tró­fica caída. Y sus riva­les, los social-comunistas que en nom­bre de la huma­ni­dad abo­lie­ron las liber­ta­des y dere­chos, e incor­po­ra­ron como prác­tica polí­tica, las eje­cu­cio­nes sin jui­cios, las cama­ras de tor­tu­ras, los cam­pos de tra­ba­jos para escla­vos y las masa­cres de incon­ta­bles millo­nes en la Rusia Sovié­tica y, los horro­res de Ale­ma­nia del Este. Cuando repa­sando la his­to­ria reciente se observa la pesa­di­lla de los esfuer­zos deses­pe­ra­dos hechos por cien­tos de miles de per­so­nas, por huir de los paí­ses socia­li­za­dos de Europa, esca­pando sobre los alam­bra­dos de púas y bajo las ráfa­gas de metra­lla, ya nadie puede seguir cre­yendo que el socia­lismo estuvo o está moti­vado por el deseo de alcan­zar el bie­nes­tar de los hom­bres. En algún punto se unen y más que riva­les pare­cen alia­dos y ese punto cru­cial basado en el cri­men, la dela­ción y la men­tira es la nota clave que tanto dolor y muerte a cau­sado a la huma­ni­dad y que hoy, para des­di­cha y desa­zón de muchos, parece rena­cer de la mano de los eufe­mís­ti­cos pro­gres, hacién­dose carne de pobres e igno­ran­tes cuyas con­cien­cias obnu­bi­la­das por el fatí­dico dis­curso “miente, miente, que algo que­da­drá”, de los inmo­ra­les ansio­sos de poder; les con­ve­rirá en los nue­vos idio­tas útiles, recar­gando el fun­da­mento de los autó­cra­tas que retor­nan de sus pedes­ta­les man­cha­dos de san­gre, pero invi­si­ble a los ojos de los pue­blos sal­va­je­mente engañados.
    Los mise­ra­bles cuyo único obje­tivo es el poder, no tie­nen ideo­lo­gías, ni son de Dere­cha o Izquierda sim­ple­mente son criminales.
  4. Matias Ocanto
    Nue­va­mente de acuerdo con Gabriel Bora­gina.
    Esta vez nos da una ver­da­dera clase de his­to­ria.
    Saludos.
  5. Gerardo
    Per­fecto el encua­dre his­tó­rico y muy buena la des­crip­ción del per­so­naje nazi. Coin­cido con la per­sona que opinó que el artículo sirve como una breve clase de his­to­ria. Tam­poco cono­cía al autor, GB, que me ha impre­sio­nado favo­ra­ble­mente.
    Gra­cias.
    Gerardo R. F.
  6. julia escobar
    Yo tam­bién creía que Goeb­bels era el autor –si es que una ver­dad uni­ver­sal tiene autor– de la frase “Una men­tira repe­tida mil veces se con­vierte en ver­dad”. Pues bien, en las Memo­rias de Ultra­tumba, Cha­teau­briand, que parece algo ante­rior a Goeb­bels, escri­bía lo siguiente hacia 1823,a pro­pó­sito de la mala repu­tación del Ejér­cito fran­cés durante la Res­tau­ra­ción:
    ”…¿pues no leí esta mañana en un perió­dico de izquier­das, que la Alianza nos había obli­gado a ser sus gen­dar­mes y a gue­rrear con­tra España cuando el Con­greso de Verona está ahí, cuando los docu­men­tos diplo­má­ti­cos mues­tran de una manera irre­cu­sa­ble que toda Europa, excepto Rusia, no que­ría esa gue­rra…? Eso no les impe­dirá men­tir de nuevo mañana; ¡ni siquiera se toma­rán la moles­tia de exa­mi­nar la cues­tión, de leer aque­llo de lo que se habla a “sabien­das” sin haberlo leído! Una men­tira repe­tida se con­vierte en una ver­dad (tout men­songe répété devient une vérité): nunca se des­pre­ciara lo sufi­ciente las opi­nio­nes huma­nas.“
    Cha­teau­briand: Mémoi­res d’outretombe. pág.98. Vol.III, Flam­ma­rion, 1982 y la tra­duc­ción es mía.
    La dife­ren­cia entre Cha­teau­briand y Goeb­bels es que el pri­mero cons­tata con amar­gura esa “ver­dad men­ti­rosa” mien­tras que el segundo la esgrime como lo que es, un arma tan útil como letal para sus sinies­tros pro­pó­si­tos.
    Julia Escobar

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