Rigurosamente incierto
Amos del destino
¿Por dónde andan esos sesudos doctores de las finanzas que, muy ufanos, monitoreaban la economía criolla, engreídamente capaces de vaticinar qué demonios podría pasarnos de aquí al siglo veintiocho? Por un casual, ¿esos fulanos son los mismos que no atinaron a prever, ni siquiera con ocho días de anticipación, el despiporre que se armó en la mismísima vereda del sol de Wall Street? Vean qué curioso, muchos de esos infatuados visionarios de la macroeconomía integran una lista que merece poca fe, confeccionada por el sociólogo norteamericano David Rothkopf y que figura en su exitoso libro Superclase : la elite del poder global y el mundo que están construyendo.
Conviene aquí precisar que ese mamotreto menciona a seis mil individuos que, a juicio del autor, son los que empuñan las grandes sartenes del poder mundial y los que accionan cuanto cojinete resulta necesario para que los mercados fluctúen. Ahora bien, ¿por qué esa lista merece poca fe? Esto explica el epistemólogo costumbrista Pomodoro Peribáñez: "No sólo porque ninguna de esas seis mil eminencias atinó a maliciar que el sistema capitalista norteamericano andaba medio escorado, sino porque en esa lista no figura un solo argentino. Y eso revela que don Rothkopf padece miopía conceptual".
En efecto, miembros conspicuos de esa superclase y privilegiados cerebros de la inexacta ciencia económica no lograron diagnosticar que el peor default estaba a punto de provocarle irritación de colon al Tío Sam y que la dolencia era producto de descalabros de contaduría perpetrados por sujetos mezquinos, codiciosos en exceso. ¡Ojo!, tales individuos son dañinos, intentan contagiarle a uno el colesterol malo y causan desequilibrio psicosomático y ecológico.
Según Rothkopf, apellido que sugiere la onomatopeya de una guarangada fisiológica, la nómina de seis mil personas que rigen la vida y la circunstancia del resto de la humanidad incluye a líderes espirituales como Benedicto XVI y el Dalai Lama, pero forman mayoría abrumadora y extenuante los sujetos crudamente materialistas, los arrogantes magnates del multinacionalismo y ciertos políticos vocacionalmente draconianos, prosaicos de alma.
Según Peribáñez, la lista de Rothkopf es un vulgar cambalache: "¡Ni un argentino entre esos seis mil! ¿Es admisible? ¿Cómo puede ser que allí no aparezcan estadistas tan medulosos como Néstor Kirchner, ni filósofos tan notables como el piquetero peripatético Luis D´Elía? ¿Cómo puede ser que ni siquiera figure un gurú televisivo tan prestigioso e influyente como Marcelo Tinelli? Con todo respeto, creo que don Rothkopf es un reverendo pipiolo".
Por Norberto Firpo
Para LA NACION
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